jueves, 12 de diciembre de 2013

PROXIMAMENTE, MALASYA Y ARGENTINA, SPACE GAMBUS EXPERIMENT Y CORVUS COREN EN UN EP. DE LABORATORIO.

2014


 CORVUS COREN "1492" (UN ÁLBUM CONCEPTUAL)
MÚSICA DE PABLO SALLABERRY
GRABACIÓN, PRODUCCIÓN Y MEZCLA: SERGIO CH ON DEATH STUDIOS
PICS & VIDEOS BY ROCK IN MOTION








viernes, 19 de octubre de 2012

Hoy estuve viendo una vieja entrevista a Ernesto Sabato. Me gustan esos seres que llaman la atención desde su contenido y no desde otra cosa que no tenga nada que ver con la certeza de las palabras.
Hoy por hoy me siento obligado a un encierro, no dentro de mi mismo, sino, en el lugar en donde vivo.
Es que ya no puedo divisar la simpleza en la vida del hombre. Que es la que uno intenta dibujar en cada paso. No logro hacer otra cosa que no sea permanecer en mi casa a la espera de un apocalipsis (o de varios).
Algunos catalogan como depresión a estas actitudes, pero bueno. Algunos, también, simplemente catalogan y esa no es cuestión mía.
¿Sera que el mundo de la ficción me resulta mas atractivo que la ya, tantas veces violada, realidad?.
No puedo pertenecer a ese enjambre de reidores y de egoístas, galardonados por las estupideces que dicen. Prefiero callar que a regalar mi aliento. No hago revolución y no consumo medios, porque ya demasiado me cuesta hacerme a mi mismo cada día y se que nunca me sera presentado ese que tanto quiero ser.
Hoy lo veo todo desde el revés, veo la etiqueta que muestra que tan grandioso o bajo sos y todos parloteando en mesas para, solamente, adelgazarse las lenguas.
Algunos catalogan como negativismo a estas actitudes. Algunos, también, simplemente se vuelan los sesos de un tiro a cinco minutos de haber catalogado.
En fin, no siento que mi cuestión radique en esta ciudad. Ya no es tan importante la ciudad, ni el color del techo que me cubre. Solo se que me siento obligado a un encierro, no dentro de mi mismo, sino, en el lugar en donde vivo. En una ficción.

viernes, 25 de mayo de 2012

Quinta botella al mar


- Señora, ¿porqué llora? -
- No importa nene. ¿Vos quién sos?-
- Mi última mamá me puso Jeremías -
-¿Ultima mamá?!. ¿Qué es eso de última mamá?-
- Si, tuve muchas mamás. Pero le preguntaba porque esta llorando-
- Lloro porque siento que abandone algo. Porque me siento vacía. Pero eso aún no lo podes entender-
-¿Quiere la mitad de mis galletas?. Tengo seis nada mas, pero tres serán para usted si las quiere compartir-
-¿Galletas?... -
- Bueno, si tiene mucha hambre, se las puede comer a todas-
-¿Porqué estás en la calle a estas horas?-
-¿Las quiere a todas?-
- Jeremías, te pregunte porque estas en las calle a estas horas-
-Eso me preguntaban mis madres siempre antes de ser mis madres-
-Madre siempre va a ser una sola, Jeremías. Mira como estas, tenes la cara toda sucia-
-Si, es que anoche dormí en un parque-
-¿Y hoy donde pensás dormir?-
-Si no encuentro una mamá... mmm... en otro parque?-
-¿Sabías que a la noche suelen salir muchas personas malas a la calle?... a hacer cosas malas-
-Usted no es mala, señora. Y ya es de noche-
-No me conoces lo suficiente como para decir eso-
 
Jeremías observo el piso unos segundos
 
-Las señoras que lloran no son malas y usted estaba llorando cuando la encontré... ah!, y es de noche-
La señorita lo miro con ojos entreabiertos y sonrió.
-¿Querés un poco de café?-
Jeremías observo su paquete aun sin abrir
-Bueno, pero si me deja mojar mis tres galletas. Así son mas ricas.-
Ella sonrió y luego ambos lo hicieron juntos.
 
Ambos... moleculeando en algún lugar, alguna ciudad de la que poco se recuerda el nombre, atisbada de gigantes grises, llenos de agujeros con lucecitas amarillas y blancas y, en cada una de ellas, pequeños duendes moviéndose ... y un cielo cielo para ellos...
 
 La mano derecha hasta el pequeño hombro del niño. Y caminaban. La mano izquierda, toda jaula sobre el vientre planicie. Y caminaban, y sonreían... sonreían a café y a migajas de galletas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

domingo, 1 de enero de 2012

Del disparador, lo nuevo...

“…Habíamos de tomarlos por sorpresa. La base estaba muy próxima en los lentes de nuestros prismáticos.
El desierto propinaba una sudada y deliciosa bienvenida al bajar de la pradera norte, donde quedaba atrás el poco viento dulce que se encontraba en Terronia.

Era la hora de ellos o la nuestra, tal vez…

La arena seguía siendo dorada y, en la medida en que avanzábamos, nuestros radares nos decían que lo que después teñiría de rojo todo el jodido paisaje seria la sangre de los rebeldes, de los pocos inmunes que podíamos descifrar.

Después de este, el ultimo episodio, los atardeceres dejarían de existir en el planeta Tierra…”